De la Oscuridad a la Luz: Secreto Revelado de un Pastor

Una bendición extraordinaria llamada Robert Schaeffer vino a nosotros el año pasado para esta época del año. Su historia está en la carta a continuación. En esta conferencia de pastores y delegados laicos, ellos iban a decidir si revocar o no sus credenciales. Él leyó esta carta a la conferencia, después de haber confesado a su obispo, de haber hablado a sus padres, a la junta y a la congregación de su iglesia y la respuesta ha sido muy positiva. Esta carta nos ayuda a entender a aquellos que tienen este problema y están trabajando en la iglesia. Luchemos para eliminar parte del tratamiento terrible que ha alejado a algunos del Señor, ¡Quien es su única esperanza!

UNA CARTA A LA CONFERENCIA ANUAL de la Iglesia Congregacional Evangélica, mayo 29 de 1996

Hermanos y Hermanas en Cristo:

Hace un año, gran parte de mi mundo se me vino encima. En mayo 3 de 1995 me dijo mi amante homosexual – mi “compañero de por vida” – que había encontrado otro hombre y que estaba terminando nuestra relación de tres años. Cuando le pregunté por qué, él dijo enojadamente, “¡Ya no te quiero!” y me pidió que me fuera. Cuando conducía hacia mi hogar me pregunté cómo sobreviviría sin este hombre que me había dado muchos regalos costosos, me había llevado en cruceros, y afirmado mi masculinidad mientras respetaba mi decisión de no revelar nuestra relación a aquellos con quienes trabajábamos (él es un organista en la iglesia) y que posiblemente no podrían “entender”.

Mi corazón estaba deshecho y me sentía físicamente herido. Mi habilidad para manejar el estrés del ministerio parroquial fue insuficiente para aguantar tan amargo rechazo. Yo no quería continuar. Seis días más tarde, vinieron noticias más desvastadoras – noticias que todo el mundo en la vida homosexual espera nunca oír. El resultado de mi examen del virus HIV fue positivo.

En ese momento me dí cuenta que no solo tenía una herida emocional en mi corazón, sino que además tenía una herida física que podía ser mortal. ¿Cómo puedo continuar? ¡Pues, Dios es bueno, y su gracia es más abundante en momentos de crisis! En mi dolor le supliqué ayuda, y a través de un amigo en Alemania fuí encaminado hacia Ron y Joanne Highley, directores del ministerio LIFE en la ciudad de Nueva York. Mirando en retrospectiva un año atrás, veo que el derrumbamiento de mi “mundo” fue el comienzo de mi liberación del engaño y adicción de la homosexualidad, porque el mundo en que yo vivía, era un mundo irreal.

Era un lugar de escape del rechazo de otros – un lugar de aislamiento de mi auto- aborrecimiento y desilusión. Era un mundo libre de las responsabilidades y de presiones de la parroquia. Entré a este mundo para escapar del dolor y hacia la aceptación. Fuí allí a jugar. En este mundo, rodeado de hombres homosexuales, yo estaba muy lejos de los padres autoritarios y de los compañeros que me molestaban por mi apariencia física desgarbada. Aquí, por fín me sentí atractivo.

Después de años de contactos sexuales anónimos, me sentía seguro en una relación con un hombre que estaba económicamente bien, que se vestía con un gusto impecable, que era guapo y que estaba enamorado de mí. En pocas palabras, él era todo lo que yo quería ser, sin embargo sentía que yo nunca lo sería.

Cuándo estaba con él me sentía atractivo; cuándo me daba regalos costosos sentía que me necesitaba y me apreciaba. ¡Y si él me necesitaba, yo razonaba, debo merecer que me tenga! La “corriente” de emoción que este sentido de aceptación me proporcionaba sobrepasaba el tremendo sentido de culpa y vergüenza producido por tal secreto y situación pecaminosa. Yo era conciente de mis acciones pecaminosas, pero por primera vez en mi vida me sentía bien conmigo mismo de mí mismo y una parte de mí estaba determinada a agarrarme de ese sentimiento a toda costa.

Poco me dí cuenta de lo superficial que fué esta relación “segura”. Yo no había realmente hallado ninguna aceptación, mucho menos amor. En verdad era un amor falso y realmente un abuso sexual: él me estaba usando para obtener lo que él quería y yo lo estaba usando para obtener lo que yo quería. Los lazos de amistad entre los dos fueron formados con base a una necesidad inestable y solo parecía ser amor.

Dos hombres con una baja auto-estima, dependientes de la afirmación de otros para reforzar su auto-estima, se habían encontrado. Pero esta codependencia los tendría juntos siempre y cuando el uno le ofreciera al otro lo que necesitaba. En mayo de 1995 mi amante no me deseaba más porque yo ya no le proporcionaba lo que él quería de mí.

¿Qué sería lo que me llevó a este mundo irreal de la vida homosexual? ¿Cómo pude llegar a estar envuelto en un acto sexual que es repugnante y contrario al diseño creado por Dios? Hace un año yo no tenía las respuestas a estas preguntas difíciles. Como muchos otros que están frustrados por deseos homosexuales que ellos mismos rechazan, yo estaba inclinado a aceptar mi orientación como congénita, y llegué a considerar seriamente retirarme de mi denominación conservadora para unirme a una más liberal donde yo fuera recibido sin ser condenado o aconsejado.

¡Pero gracias a Dios, Él busca a aquellos perdidos en las tinieblas! ¡Con la ayuda del ministerio LIFE, ahora tengo respuestas y la verdad de Dios me está poniendo en libertad! Ahora me doy cuenta que mi huida a un mundo irreal fué una reacción defensiva contra el trauma y la privación que sufrí en mi niñez y adolescencia.

Yo me alejé de mis padres – quienes habían sido también víctimas de abuso emocional en la niñez – para evitar sus palabras bruscas y sus regaños airados. Yo me aislé de la mayoría de mis compañeros varones de clase porque al lado de ellos me sentía flaco, torpe e inepto socialmente. Y más aún, yo me aislé de mis compañeras de clase porque mi piel grasosa y mi complexión delgada me hacían sentir completamente inatractivo e indeseable. Un miedo abrumador de ser rechazado cayó sobre mí y me impidió el noviazgo con mis compañeras, aunque yo deseaba desesperadamente conocer el amor y la aceptación de una mujer.

Debido a esta visión de vista distorsionada de mí mismo, yo acepté la mentira de que era un hombre feo que nunca iba a saber lo que era ser “un hombre verdadero”. Yo analicé las palabras dolorosas de otros en una forma nociva y diluí cada elogio que recibía a través del lente de la auto-depreciación. Esta obstrucción de la verdad me mantuvo en un estado de inmadurez emocional.

Para no arriesgarme a un mayor dolor, enterré mis emociones y me cuidé de no estar nunca muy cerca de alguien. Satanás me animó a tal aislamiento,convenciéndome de evitar un mayor dolor manteniendo mi vida en secreto, y así lo hice. Mi visión negativa de la vida saboteó cada relación interpersonal que yo establecí – yo estaba seguro que la gente no me aceptaría una vez que ellos me conocieran. Esto me hizo sentir que ninguna persona – más aun, una mujer – llegaría a amarme como yo quisiera que me amara. De esta manera, yo evité que cualquiera llegara a conocer mi “verdadero” yo.

Al comenzar la pubertad, estas poderosas emociones se conectaron con el impulso sexual. Yo me encontraba extrañamente atraído a los muchachos y a los hombres que yo envidiaba. Como yo me juzgaba inatractivo, yo deseaba ser esos hombres quienes consideraba muy guapos. Pero yo sabía que yo nunca podría ser como ellos, por lo tanto me conformé con la opción más cercana… poseerlos. Mi primer encuentro homosexual fué paradójicamente repugnante, y sin embargo, placentero.

Yo sabía que tal acto sexual era moralmente malo y que si mis padres llegaban a saberlo, yo sería castigado severamente. Sin embargo Satanás me engañó haciéndome pensar que esta clase de contacto sexual satisfacía una necesidad emocional como ninguna otra lo podía hacer.

En medio de mis emociones inmaduras yo equivocádamente comparé este comportamiento perverso con la culpa de aquella danza engañosa era a veces insoportable – ¡Gracias a Dios! Este sentido de culpa era el único vínculo con la realidad. Porque pormás que trataba, yo no pude convencerme totalmente que la vida homosexual era de agrado a Dios aceptación y, más tarde con el amor.

Cuando me gradué de la Universidad me resigné a creer que el sexo homosexual era la afecto clase de intimidad y afección que yo podría tener. Cuando yo conocí al hombre que se convirtió en mi amante en 1992, fuí empapado de puntos de vista falsos y tergiversados de mi propia identidad, y mi desarrollo emocional interrumpido – reforzado por años de contactos homosexuales anónimos – me prepararon para el fraude más grande de todos: El sentimiento de que una relación homosexual monógama era la señal de un amor verdadero.

¿Pero por qué mi espíritu, sensible a las Escrituras y al Espíritu de Dios, no me impidió vivir bajo esta mentira? ¿Cómo pude ingresar a un seminario y ser pastor de una iglesia mientras vivía una vida doble? ¿Cómo no pudo este engaño calculado generar en mí un sentido de culpa abrumador? Por supuesto, la culpa de aquella danza engañosa era a veces insoportable – ¡Gracias a Dios! Ya que este sentido de culpa era mi único vínculo con la realidad.

Porque por más que tratara, yo no pude convencerme totalmente de que la vida homosexual era de agrado a Dios. Mi teología era muy ortodoxa para permitirme descartar pasajes claves del texto sagrado, con la excusa de que son “para la cultura de aquel tiempo” o “irrelevantes” a la moral contemporánea. Yo sabía que podía sancionar mi comportamiento sexual desviado emotivamente pero nunca podía santificarlo en mi espíritu. En el fondo yo sabía que Dios nunca bendecería ninguna de las uniones homosexuales a las cuales pertenecí, monógamas o no.

Aún más, yo interpreté el código estricto de Dios como prueba de su antagonismo personal contra mí. Intelectualmente acepté la evidencia bíblica que Dios era un pastor bondadoso y gentil, sin embargo emocionalmente, sentí que Él era bondadoso y gentil con todos menos conmigo.

Herido emocionalmente, yo creía que Él era de mal genio, distante, caprichoso y determinado a castigarme severamente por cada equivocación y pecado que yo cometía. El Dios que yo alababa – a quién yo trataba de amar pero solo temía – fué creado a la imagen de mi padre terrenal. Yo sentía repugnancia por mi padre y sin darme cuenta cargaba esa ira en mi corazón hacia Dios porque yo sentía que Él era como mi padre.

Sin embargo, en el fondo de mi corazón, yo buscaba servir a Dios. Yo sabía que su mano estaba en mi vida, dirigiendo mi camino hacia el ministerio Cristiano. Aunque emocionalmente inmaduro, yo tenía un don de Dios para el ministerio, un don en que la iglesia lo reconocía. Convencido de esto, busqué ser ordenado como ministro, ocultando, a los que estaban sobre mí en autoridad, el falso concepto de Dios y de mí mismo por temor de ser rechazado y condenado.

Yo veo ahora que esta negación por compartir mi conflicto interno fué un error y me robó del poder para el ministerio. Pido disculpas a ustedes, miembros de esta Conferencia Anual, y les pido perdón. De esta manera, no estoy pidiendo que me pasen por alto mi comportamiento o que tengan lástima por mi condición, pero sencillamente que entiendan mi situación.

Yo no puedo culpar ni conducta sexual desviada a situaciones más allá de mi control. Yo mismo quise creer las mentiras que finalmente me mantuvieron en la irrealidad, adicción y esclavitud. Yo quise vivir bajo dos normas de verdad – una bíblica y piadosa y una emocional e impía – sin confesar mi dilema a aquellos que podían ayudarme.

Yo doy gracias a Dios que Él entiende la naturaleza del pecado complejo de la homosexualidad y que Él ama a la persona atrapada en sus mentiras. Con base a la palabra de mi confesión un año atrás, le dí a Él permiso de librarme de esta trampa, y yo estoy convencido que Él está destruyendo las obras del Diablo en mi vida.

A través del trabajo ardúo de la consejería y del diario, estoy descubriendo capas acumuladas de falsa identidad y aprendiendo a caminar en la verdad de quién yo soy en Cristo. ¡He estado descubriendo que no soy tan inatractivo e inepto como yo creía, y que Dios es mucho más paciente y bondadoso de lo que yo me imaginaba que Él podría ser! ¡Voy rumbo a la libertad!

Este viaje hacia la libertad empezó cuando busqué ayuda de consejeros piadosos y me separé de las relaciones impías de la vida homosexual. Dios ha hecho honor a mi confesión pública y ha abierto el camino para mi mudanza a Nueva York. Me ha proporcionado un bello apartamento y me ha guiado a un entrenamiento de trabajo y un programa de puestos de empleo para personas con el HIV/SIDA. Él me está demostrando que no permitirá que el malo destruya mi vida, sino más bien, hará que algo bueno surja de ello, así como Su palabra lo declara. Doy gracias a todos por sus expresiones de ánimo durante el último año, y gracias en especial al Obispo Kohl y la gente de Harrisburg Faith Church por su amor y ayuda durante este tiempo de transición.

Hay algo más que siento que el Espíritu de Dios me ha conducido a hacer en relación a esta conferencia. Efectivo hoy, yo devuelvo a esta Conferencia Anual las credenciales de ordenación ministeriales previamente otorgadas a mí. Siendo así, reconozco y afirmo que el requisito para ser ordenado no es solamente la aceptación de la gracia redentora de Dios y la manifestación de los dones espirituales, sino también la demostración de madurez espiritual evidente en una forma de vivir cónsona con el llamado de Dios a vivir una vida en la más alta integridad moral, acompañada de arrepentimiento por los fracasos al mantener dicha integridad.

Mis hermanos y hermanas en Cristo, la homosexualidad no es primariamente sobre el sexo. Se trata de emociones malsanas que trasmutan el impulso heterosexual en una atracción desviada hacia el mismo sexo. Tal sexo se convierte en una adicción que temporalmente apacigua las emociones lesionadas. ¡No todo el mundo que tiene estos sentimientos de atracción hacia el mismo sexo los desea! Yo no.

Alabado sea Dios, hay una manera de desarraigar estos sentimientos y liberar los impulsos heterosexuales ocultos dados por Dios. Pero la forma de poner en libertad a una persona atrapada en la mentira homosexual no es predicando en forma dura y utilizando la teología de “solo decir no”. ¡Si hubiera sido así, yo hubiera estado libre hace mucho tiempo atrás! Existen muchos hombres y mujeres iracundos en este país que han sido empujados a llevar una vida homosexual más profunda por Cristianos sin compasión y sin entrenamiento quienes atacan el pecado de la homosexualidad sin realmente nunca demostrar una solución al problema.

Existen personas en las bancas de la iglesia viviendo bajo el mismo tipo de trampa emocional que yo vivía. Algunos pueden estar atrapados en ese tipo de vida, otros tal vez no, pero todos sienten que nunca podrán ser el hombre o la mujer que ellos quisieran ser. Y no interesa que tan elocuentes y fervientes sean los sermones, ellos no experimentan libertad alguna.

Por favor tengan en cuentan que ustedes necesitan entrar en el mundo de sus sentimientos como también de su intelecto para permitir el espíritu de Dios librarlos a través de su ayuda. No permitan que mi caso endurezca su determinación de “mantener a todos los maricones” fuera de la Iglesia E.C. Conservar la pureza de la oficina pastoral, sí, pero no endurezca su corazón contra aquellos con dolor ¡demuestre amor a aquellos cuyo estilo de vida a usted le parece repulsivo, porque el amor cubre una multitud de pecados y abre el corazón a la verdad poniendo en libertad a los hombres y a las mujeres!

¡La misericordia triunfa sobre el juicio! (Santiago 2:13) La iglesia puede ser juzgada duramente en esta hora si predica en contra del pecado de la homosexualidad sin suministrar el camino a la libertad, así que estudien para entender qué es lo que lleva a los hombres y a las mujeres al pecado. Muéstrenles el camino que lleva a la vida y no a la muerte y ámenlos todo el tiempo con el amor de Cristo. Muchas gracias.

Robert Schaeffer

Cuando él terminó de hablar, inicialmente hubo silencio. Luego alguien empezó a aplaudir, y otros se unieron hasta llegar a una ovación de pie. Luego el Obispo Kohl pidió que las personas expresaran lo que Roberto significaba para ellos y muchos dieron su admiración y apoyo. Luego más o menos la mitad de la conferencia rodearon a Roberto y oraron por él. ¡Nosotros creemos que Dios utilizará su vida para salvar a muchos!

De la Oscuridad a la Luz: Secreto Revelado de un Pastor
by Robert Schaeffer